Para que se establezca la comunicación es preciso que exista un código común para el emisor y el receptor. Sabemos que el código se define como un sistema de signos. En efecto, la base de cualquier código (sea lingüístico o no) son los signos.
Semiótica y semiología son palabras formadas con la raíz griega σημειου, que significa «signo».
La ciencia que se ocupa del estudio de los signos se llama semiología o semiótica.
El signo es un elemento que se puede percibir por los sentidos y que, solo o en compañía de otros signos, nos permite elaborar mensajes para comunicarnos con los demás.
Los signos se componen de dos elementos constituyentes: el significante y el significado. El significante es la parte formal o material del signo, lo que percibimos por los sentidos. Por ejemplo, en la palabra gato el significante son los fonemas que la componen, /g/, /a/, /t/, /o/, que, juntos y en ese mismo orden, nos aportan un significado concreto en castellano. Del mismo modo, el sonido del timbre en el aula es un significante que nos da una información precisa (el final de la clase) y aporta así un significado comprensible por todos los que conocen el código empleado. Por lo tanto, el significado será lo que nosotros entendemos ante la presencia del significante.
La realidad extralingüística significada por un signo se denomina referente y remite a la idea, concreta o abstracta, que tenemos de esa realidad. Dependiendo del código empleado, esa idea se reconocerá a través de un significante u otro. Por ejemplo, el significado que nos sugiere en castellano el signo perro se expresa con significantes diferentes si empleamos otro idioma (otro código): dog (inglés), chien (francés), cane (italiano), gos (catalán), etcétera.
2.1. Clases de signos
Podemos hacer distintas clasificaciones de los signos atendiendo a criterios diferentes. A continuación, incluimos algunas de las más importantes.
A. Tipos de signos según el sentido por el que se perciben
Existen cinco tipos relacionados con cada uno de los sentidos:
| Visuales |
Son los que se perciben por la vista. Entre otros, se encuentran aquí las banderas, las señales de tráfico, la lengua escrita. Pueden ser intencionados, como un mensaje escrito en un papel que ponemos en un lugar visible de la casa, o no intencionados, como un cristal astillado en una ventana, que puede significar que alguien se ha comportado violentamente. |
| Olfativos |
Se perciben por el olfato y sugieren significados diversos, muchas veces colectivos, pero a veces también individuales. Por ejemplo, un perfume determinado puede traernos a la mente a una persona concreta (individual), el olor a tabaco en una habitación cerrada significa que ha habido alguien fumando allí (colectivo). El emisor puede actuar también de manera intencionada: el perfume antes citado puede buscar la seducción o marcar un determinado nivel social. |
| Auditivos |
Los percibimos por el oído. A veces son signos establecidos conscientemente para expresar un determinado significado, como, por ejemplo, la sirena de una ambulancia, y a veces no son provocados, pero nos comunican significados puntuales, como el golpe producido por la caída de un objeto de vidrio. La lengua oral pertenece a este tipo de signos. |
| Táctiles |
Son los que se perciben por el tacto. Cuando tocamos un determinado objeto, somos capaces de identificarlo y percibimos su textura, su forma y su tamaño. A menudo los signos táctiles son también premeditados, como un beso, una caricia, un apretón de manos, una palmada en la espalda, etcétera. |
| Gustativos |
Los percibimos por el gusto. Generalmente comunican mensajes de forma no planificada, más allá de permitirnos saber si una comida está sosa, salada, dulce o amarga, y pueden tener, como el resto de los signos sensitivos, una gran capacidad evocadora al traernos a la mente sabores perdidos ligados a algún momento de nuestras vidas. |

B. Tipos de signos según la relación entre el significante y el significado
Algunos signos son mixtos, combinan lo icónico con lo simbólico, como algunas señales de tráfico (la que anuncia la cercanía de un colegio indica peligro con su forma triangular —símbolo—, pero representa icónicamente la silueta de dos niños, causa de la advertencia de la señal). En cierto modo, la cruz del cristianismo mezcla también lo icónico y lo simbólico.
En función de las distintas formas de relación entre significante y significado se puede hablar de tres tipos de signos:
- Iconos. En el caso de este tipo de signos, la relación que se establece entre el significante (y por extensión el referente) y el significado es de semejanza física. Una fotografía, un plano de una ciudad, una caricatura o un cartel con un cigarrillo tachado con un aspa de color rojo son ejemplos de iconos. En la lengua hay palabras que se pueden incluir en la categoría de los iconos. Se trata de las onomatopeyas (representaciones gráficas de un sonido): quiquiriquí, zas, miau. Algunas palabras, sin llegar a ser onomatopeyas en el sentido que acabamos de expresar, tienen un sonido que sugiere la realidad que designan, lo que las pondría en el ámbito de los iconos: susurrar, rasgar, cacarear, cuchichear...
- Indicios. Son un tipo de signos en los que se produce una relación física entre el significante y el significado, a través de la causa y el efecto, la cercanía y otros tipos de relación. El olor a perfume en una habitación indica la anterior presencia de una persona, las nubes negras presagian la tormenta, el rubor de las mejillas expresa la vergüenza o la timidez de una persona, etcétera.
- Símbolos. En este caso, la relación entre significante y significado es arbitraria o convencional y, por lo tanto, no existe ninguna similitud entre uno y otro. Son símbolos los signos que conforman el código morse, el lenguaje braille, las señales de tráfico, las banderas y, entre otros muchos sistemas, los signos lingüísticos. Las franjas verticales que componen la bandera de Francia (azul, blanca y roja) se asocian a este país de manera convencional; la palabra carpintero se asocia en castellano a un determinado oficio de manera arbitraria, por motivos etimológicos que ofrecen esa forma concreta.