Actividades interactivas
No existe una psicología que explique de forma concluyente todos los aspectos del ser humano. En su lugar, tenemos diversas teorías que contemplan los problemas psicológicos desde diferentes perspectivas, unas veces complementarias y otras opuestas.
«En realidad, no iría a terapia ni en sueños. La meta de la terapia es hacerte feliz. La gente feliz no es interesante. Mejor aceptar la carga de infelicidad e intentar transformarla en algo que valga la pena, poesía, música o pintura: es lo que él cree.»
J. M. Coetzee
¿La psicoterapia persigue el desarrollo de la esperanza y la sensación de autocontrol?
¿Hay muchos artistas capaces de convertir el sufrimiento en música o poesía?
La psicología clínica dispone de un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas para el cambio y la modificación de los problemas cognitivos, emocionales y de conducta. Puesto que existen distintas orientaciones psicológicas, cada una ha construido sus técnicas para restablecer el equilibrio psicológico.
El término terapia proviene del griego therapeutikós, que significa «aquel que cuida de otra persona». Esto no significa que los terapeutas de hoy sean los confesores de ayer. Un terapeuta no nace; se hace mediante el estudio, la investigación y la práctica clínica.
Todavía hoy muchos creen que las dificultades psicológicas tienen que ser superadas por uno mismo, con «la propia fuerza de voluntad» o por el paso del tiempo, que «todo lo cura». Cuesta acudir a un psicólogo cuando se tienen dificultades personales, porque algunos creen que eso es cosa de «locos». Sin embargo, la terapia es una relación de trabajo, entre un terapeuta y un cliente, para desarrollar formas más viables de estar en el mundo. Un terapeuta no solo se preocupa de las conductas observables y de las relaciones interpersonales, sino también de las expresiones afectivas, los estilos cognitivos o los bloqueos que impiden asumir el control y el cambio personal.
Con diferentes técnicas y métodos, el terapeuta ayuda a resolver problemas personales, a ensanchar los estrechos márgenes de la conducta, a ser creativo en las relaciones interpersonales y a tener una visión personal más realista.
Psicoanális
|
Cognitivo-conductual
|
Familiar o sistémica
|
|
Autores
|
S. Freud, C. Jung, J. Lacan
|
A. Beck, A. Ellis
|
P. Watzlawick, Selvini-Palazzoli
|
Concepto de patología
|
Conflictos instintivos: deseos libidinosos que permanecen fuera de la conciencia.
|
Hábitos aprendidos: conductas anómalas que han sido reforzadas por el entorno.
|
Los problemas no son del sujeto, sino del sistema familiar.
|
Concepto de salud
|
Resolución de los conflictos gracias al triunfo de lo consciente sobre el inconsciente.
|
Desaparición del problema y reducción de la ansiedad por la eliminación del síntoma específico.
|
Cambiar el sistema familiar cerrado por uno abierto.
|
Objetivos de la terapia
|
Desvelar el significado del inconsciente. Maduración del Yo.
|
Análisis de conductas específicas (qué «hacen» los sujetos) y de las variables que controlan.
|
Adaptación a las etapas del «ciclo vital». Buscar relaciones útiles y no dañinas.
|
Método de cambio
|
Insight: profundo conocimiento intelectual y emocional de uno mismo.
|
Desaprendizaje directo de las causas que producen los síntomas.
|
Análisis de los juegos de poder. Cambiar las reglas reconocidas y secretas del sistema familiar.
|
Tipo de tratamiento
|
Intensivo y de larga duración.
|
No intensivo y de corta duración.
|
Intensivo, de corta duración.
|
Técnicas terapéuticas
|
Interpretación de la asociación libre de ideas, sueños, transferencias y síntomas.
|
Condicionamiento de la conducta mediante refuerzos positivos y negativos.
|
Desafío a las definiciones familiares y redefinición de los problemas.
|
Modelo terapéutico
|
Alianza entre analista y paciente. Función del terapeuta no directiva.
|
Alianza para el aprendizaje entre terapeuta y cliente.
|
El terapeuta modifica el estilo y la organización familiar.
|
Los terapeutas no suelen estar de acuerdo con las variables que se deben tener en cuenta para estudiar la génesis, el mantenimiento y los cambios de los trastornos conductuales y emocionales. Sin embargo, el psicólogo Chris Kleinke, en su obra Principios comunes de psicoterapia (Bilbao, Desclée de Brouwer, 2014), señala varios objetivos básicos de las diferentes terapias:
Ayudar a superar la desmoralización.
Afianzar la competencia personal.
Superar las conductas de evitación.
Ser consciente de las propias ideas erróneas.
Algunos problemas se deben a tener baja autoestima y falta de habilidades sociales; otros son producto de la incompetencia personal o de no saber tomar decisiones. Para superar estas dificultades, el terapeuta debe aceptar de forma incondicional las experiencias, pensamientos y sentimientos de las personas que acuden a la terapia. Richard Lazarus señala que «el objetivo de la terapia es enseñar a ver los problemas como desafíos y no como amenazas». Esto reducirá el grado de desmoralización de la persona para adoptar los cambios necesarios y buscar caminos vitales más fructíferos.
Aprender a dirigir nuestra conducta es un objetivo básico de todas las psicoterapias. Algunas estrategias para mejorar la eficacia personal son las siguientes:
Pensar en conductas concretas, no en definiciones globales. Por ejemplo, pensar «me siento triste», en lugar de decir «estoy deprimido».
Pensar la solución: «algunas veces estoy estresado y enfadado; ¿cómo puedo cambiar?».
Pensamiento práctico: «estoy ansioso ante los próximos exámenes, pero los superaré».
Pensar en logros pequeños: «voy a hacer la cama en lugar de pensar en arreglar toda la casa».
Pensar en el futuro, no en el pasado: «mañana intentaré ser asertivo en clase» en lugar de «ayer no fui capaz de preguntar a la profesora de matemáticas».
Es necesario aprender estrategias para enfrentarse a los problemas y situaciones estresantes de la vida en lugar de evitarlas. Por eso, una de las tareas terapéuticas es ayudar a la persona a realizar lo que teme, a exponerse a las situaciones ansiógenas.
«Cuando el caos es el rey, rendimos culto al orden. Y viceversa.
En el reino del espíritu, ningún mendigo se enriquece de la noche a la mañana.
Al consumidor le falta una pasión que lo consuma.
Cuando no hay nada que hacer, prueba con ser.
Estás atrapado por aquello de lo que huyes.
La naturaleza te ha dado una brújula para tu viaje.
Ninguna sensación puede llenar un vacío emocional.
Encolerízate con tu resignación y tu resentimiento.
La depresión es vivir en la tierra de la promesa rota.
El conformismo nos convierte a todos en clichés.»
Sam Keen
Muchas personas se fijan metas irreales, tienden a ser perfeccionistas y se juzgan a sí mismas con criterios muy rigurosos. Establecen metas que son abstractas, generales e inalcanzables; y la forma en que definen sus objetivos personales determina su éxito o fracaso, su autoestima o inutilidad. Los terapeutas, especialmente los de orientación cognitiva, enseñan a ser conscientes de las propias distorsiones cognitivas e ideas irracionales que perturban el estado emocional.
Hay dos tareas que son importantes para alcanzar la madurez personal: aceptar las cosas que no podemos cambiar y luchar para intentar transformar las que podemos, y tener criterios realistas para lograr un equilibrio entre los deseos, la imaginación y nuestra capacidad de acción.
La psicoterapia nace a finales del siglo xix con el psicoanálisis de Sigmund Freud. Frente a la medicina tradicional, que utilizaba procedimientos como la hipnosis en el tratamiento de la neurosis (término sustituido por «ansiedad»), el psicoanálisis utiliza la palabra como vehículo terapéutico.
«La terapia del psicoanálisis permite al paciente transitar por un espacio protegido, distante de las reglas de conversación y de la alternancia en el uso de la palabra. El psicoanalista permanece casi callado, en una actitud de escucha, mientras el paciente lucha con las tensiones de su discurso. El silencio, piedra angular del tratamiento, se basa aquí no en el mutismo del psicoanalista sino en la parsimonia de una palabra que cobra todo su valor cuando se emite, y que permite hablar sin reservas de sí mismo.»
David Le Breton: El silencio, Sequitur, 2007, p. 10.
En su análisis sobre la conciencia Freud distingue tres niveles: el inconsciente, formado por contenidos mentales a los que la persona no tiene acceso, el consciente, que incluye percepciones y pensamientos, y el preconsciente, que posee contenidos fácilmente accesibles a la conciencia.
Por otra parte, Freud establece tres estructuras mentales:
El Ello, que es la fuente de la energía mental, de los instintos (agresivos y sexuales) y de los deseos.
El Superyó, formado por las normas y valores que el individuo ha aprendido de su entorno.
El Yo, cuyo objetivo es mediar entre ellos y con el entorno.
La psicopatología se entiende como un conflicto en la interacción entre estas tres estructuras. El conflicto surgiría cuando aparece una pulsión del ello (por ejemplo, un impulso agresivo del niño hacia su madre). El Superyó origina un sentimiento de culpa. Y el Yo, mediante un mecanismos de defensa (desplaza el impulso agresivo hacia un objeto), permite una gratificación parcial del impulso (agrede al objeto) y elimina el sentimiento de culpa (porque no agrede a la madre).
Las tres técnicas empleadas por el psicoanálisis son:
La asociación libre. El paciente informa al analista de sus pensamientos y los recuerdos que acuden a su mente, independientemente de que sean o no triviales. Esto facilitará la aparición de recuerdos y deseos reprimidos y su aceptación consciente.
El análisis y la interpretación de los sueños. Freud se refirió a los sueños como «el camino real al inconsciente». Los impulsos y deseos reprimidos durante la vigilia se manifiestan en el sueño, aunque en formas disfrazadas.
Los fármacos psicoactivos
«Antes de los años cincuenta, las enfermedades psiquiátricas no se trataban mediante fármacos. Las personas esquizofrénicas y con neurosis maniaco-depresivas tenían que ser confinadas en hospitales psiquiátricos. Diez años después, hubo serendipia en el descubrimiento de casi todos los fármacos psicoactivos:
Clorpromacina (Henry Laborit, neurocirujano francés) para la esquizofrenia.
Imipramina (1958) (Roland Kuhn, doctor suizo), un antidepresivo.
El litio (1970) (John Cade, psiquiatra australiano) para combatir el trastorno maniaco-depresivo.
Valium (1963) (Leo Sternbach, 1963), un tranquilizante.»
Royston M. Roberts: Serendipia. Descubrimientos accidentales de la ciencia, Madrid, Alianza, 2010, pp. 280-286.
La transferencia. Para Freud, la repetición de la experiencia pasada, vivida emotivamente durante el análisis, permite al paciente transferir al analista la hostilidad, el afecto o la culpa que sintió en otras épocas hacia sus padres u otras personas significativas. De esta forma, el paciente descarga las tensiones y el analista le hará comprender que esos sentimientos infantiles ya no son apropiados en la vida adulta.
El psicoanálisis
«De la misma manera que no se puede evaluar el volumen de un iceberg por el fragmento que emerge de la superficie (su verdadera masa queda oculta debajo del agua), así también se engaña aquel que cree que solo nuestros pensamientos y energías conscientes, determinan nuestros actos y nuestros sentimientos. Nuestra vida no flota libremente en el elemento de lo racional, sino que se halla bajo la constante presión del inconsciente, cada instante de nuestra vida diaria es arrastrado por las olas de un pasado olvidado.
Nuestro mundo superior no pertenece a la voluntad consciente y a la razón metódica en la medida en que nos imaginamos, sino que de las oscuras nubes del inconsciente saltan como chispas las decisiones importantes, y de las profundidades del mundo de los instintos nacen los terremotos que sacuden nuestro destino.»
Stefan Zweig: La curación por el espíritu (Mesmer, Mary Baker-Eddy, Freud), Barcelona, Acantilado, 2015, pp. 357-363.
La terapia cognitivo-conductual trata de mantener, cambiar o suprimir una conducta. Aborda problemas conductuales y no «enfermedades mentales», lo que supone una actitud completamente diferente ante los problemas psicológicos.
Un individuo sin deterioro orgánico no es un «paciente» y, por tanto, no necesita curarse. Quien acude en busca de ayuda es visto como un cliente, una persona que manifiesta una conducta desadaptada, caracterizada bien por déficit o bien por exceso de rasgos presentes en una conducta normal.
Los terapeutas no emiten juicios morales sobre las conductas problemáticas del individuo. Se preocupan de problemas de aprendizaje y/o cognitivos, de la falta de habilidades emocionales o sociales y enseñan cómo afrontar los problemas de la vida.
Estos terapeutas ayudan a sus clientes a liberarse haciéndoles ver que sus creencias y percepciones son construcciones de «la realidad», no revelaciones de verdades absolutas. Rompernos una pierna es un hecho que no podemos cambiar, pero sí podemos cambiar la forma de pensar en la pierna rota: ¿es un terrible accidente o una oportunidad para leer los libros que nos gustan?
«La terapia cognitivo-conductual (TCC) enseña el arte de ser consciente de uno mismo. Nunca me he sometido a la TCC, pero he aprendido de ella algunas lecciones. Si uno descubre pensando que nadie podrá amarlo jamás y que la vida carece de sentido, puede acomodar la mente y obligarse a recordar momentos o épocas mejores.
Es difícil luchar con la propia conciencia, porque no existe ningún otro instrumento en la batalla que la conciencia misma. Simplemente debemos tener pensamientos agradables y maravillosos, que alivien el dolor; debemos obligarnos a pensar cosas que no tenemos ganas de pensar; puede que sea una falacia que nos lleve a engañarnos en cierto modo, pero funciona. Debemos apartar de nuestra mente a las personas asociadas con la pérdida, prohibirles el acceso a nuestra conciencia: la madre que se ha ido, el amante cruel, el amigo desleal.»
Andrew Solomon: El demonio de la depresión, Barcelona, Debate, 2015, p. 123.
¿Los trastornos psicológicos tienen una distorsión del pensamiento que influye en el estado de ánimo y en la conducta?
¿Un terapeuta debe revisar el sistema de creencias de la persona y cambiar aquellas que no sean válidas?
Características
|
Fases
|
Técnicas
|
|
|
|
La terapia sistémica surgió con los trabajos de la escuela de Palo Alto (California), encabezada por Gregory Bateson, Jean Weakland y Paul Watzlawick. Este modelo terapéutico no considera al individuo un ser aislado, sino en relación con los demás.
Un libro
Dick Swaab: Somos nuestro cerebro, Barcelona, Plataforma, 2014.
El profesor Dick F. Swaab, profesor emérito de Neurobiología de la Universidad de Ámsterdam, estructura la obra siguiendo el desarrollo del cerebro desde el feto a la vejez. El autor aborda temas como el desarrollo del individuo, las emociones, adicciones, agresividad, autismo y esquizofrenia, Alzheimer, memoria, trastornos del sueño, etc. Además el profesor Swaab explica en su libro las funciones cognitivas y los tratamientos de algunos trastornos psicológicos.
Una película
Martin Scorsese: Shutter Island. EE. UU., 2010. Duración: 138 min.
Martin Scorsese nos traslada a los años cincuenta, marcados por la Segunda Guerra Mundial, Hiro-shima y los campos de exterminio.
Teddy Daniels, que estuvo en la guerra en Europa, es el hombre herido por los efectos de la barbarie, se va perdiendo cada vez más, incapaz de fiarse de nadie, y además quiere olvidar sus propios traumas convirtiéndose en preso de sus delirios. Los cadáveres de Auschwitz, Normandía e Hiroshima no cesan de gravitar entre los acantilados de Shutter Island.
Aunque todas las personas pertenecen a diversos grupos, la terapia sistémica estudia al grupo más conocido, la familia, y lo trata como un todo, observa cómo interactúan sus miembros y examina sus patrones inhibidores o destructivos.
Los sistemas se autorregulan por mecanismos de retroalimentación (feedback), gracias a los cuales mantienen sus parámetros básicos de funcionamiento. Los terapeutas familiares distinguen entre un sistema abierto y un sistema cerrado. Las características de un sistema abierto son:
Mantiene frecuentes cambios con su entorno.
Puede alcanzar un nuevo estado independiente de las condiciones iniciales.
Tiende a mostrar una «voluntad propia».
En cambio, las características de un sistema cerrado son:
No mantiene ningún tipo de intercambio con el entorno.
Aumenta la entropía en su seno, es decir, hay un empobrecimiento energético y, por tanto, una pérdida constante de calidad.
La familia es una unidad social y la psicoterapia debe permitir a todos sus miembros encontrar un modo de funcionamiento satisfactorio. El sistema familiar debe ser observado en las acciones y reacciones de cada miembro de la familia con respecto a los otros. Se pasa de una descripción de la naturaleza de un sujeto a una descripción de las relaciones familiares.
La forma en que los miembros de una familia se enfrentan o eluden los problemas, la honestidad u hostilidad en que basan sus relaciones familiares son de gran importancia durante la terapia.
La terapia familiar analiza las diferentes etapas del ciclo vital: la independencia de la familia originaria, cómo se forma una pareja estable, familias con hijos adolescentes, la independencia de los hijos, la etapa de la jubilación, etc. Cada fase tiene sus reglas y cada miembro de la familia tiene que adaptarse y crear nuevas pautas de relación. Esto no significa que la terapia familiar tenga como misión mantener una familia a toda costa, sino que puede ser de gran ayuda en procesos de separación y divorcio.
«Por consiguiente, la “herejía” es el paso de los sistemas teóricos cerrados “a los sistemas teóricos abiertos”, del concepto de “verdad científica” al de “probabilidad”; de la “causalidad lineal” determinista a la “causalidad circular” elástica; de la “ortodoxia” a la “duda metódica”. En otras palabras, a nuestro parecer, se pasa de la actitud fideísta del creyente a la actitud desengañada del investigador, en la convicción de que el criterio fundamental de validez y verificación de un modelo terapéutico no ha de ser “su arquitectura teórica”, o la “profundidad” de los análisis que manifiesta, sino su valor heurístico y su capacidad de intervención real, medidos en términos de eficacia y eficiencia en la resolución de los problemas a los que se aplica.»
Giorgio Nardone y Paul Watzlawick: El arte del cambio, Barcelona, Herder, 2009, p. 36.
¿La terapia sistémica considera la patología como un problema del individuo o un problema en la relación familiar?
¿Qué diferencias existen entre el creyente y el investigador escéptico?
¿La validez de un modelo terapéutico depende de su arquitectura teórica o de su eficacia en la resolución de problemas?
https://www.youtube.com/watch?v=uE1PmICIoAw
Redes. N.º 388 (15-9-2013). Eduardo Punset. «La gran amenaza. La depresión». Duración: 52 min.
La idea que el sufrimiento es necesario para la creatividad, su relación con la moral, su profundidad... ha originado una idea romántica de la depresión ¿Qué habría pasado si hubiera existido un antidepresivo en la época de Van Gogh? ¿Habría sido un pintor tan bueno?